La gastada fotografía en la estantería de Yineth Trujillo cuenta toda la historia. Se encuentra de pie en la parte de atrás junto a sus hermanos y hermanas menores. En la fotografía tiene 17 años y el pelo largo y oscuro. Muestra una apariencia, casi masculina y sus ojos están hinchados. "Había estado llorando todo el día", dice. "Fue la primera vez que veía a mi familia en años. Me habían dado por muerta".
Trujillo es una de miles de niños soldados desmovilizados en los últimos 15 años.
La mayoría de ellos fueron reclutados por grandes grupos guerrilleros de izquierda de Colombia: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) .
Dos años antes de que la foto fuera tomada, Trujillo había dejado de ser una niña soldado con las FARC, el más grande de los grupos guerrilleros de izquierda de Colombia
Hoy, a los 27 años, es una mujer sofisticada, con una sonrisa radiante y dos hijas felices. Se encuentra muy lejos de la niña de 12 años de edad, a quien la guerrilla le lavó el cerebro y obligó a actuar de informante.
"Dieron a los niños un montón de entrenamiento en el manejo de explosivos y a mí en la recolección de inteligencia", recuerda.
"Las FARC querían contratar a niñas por esta razón, porque nadie sospecha de una niña. Una niña puede transportar dinero, armas y drogas mucho más fácil".
La joven explicó que le obligaron a realizar abortos en otras reclutas, que no estaban autorizadas a tener hijos a fin de mantenerlas enfocadas en sus tareas de guerrilla.
"Esto fue lo que más me ha traumatizado", explica.
"Las mujeres (reclutas) piensan que si se quedan embarazadas van a ser libres. Están equivocadas. No importa de cuánto estén embarazadas. Podría ser dos u ocho meses. De cualquier manera les van a hacer abortar", dijo Trujillo.
Su capacidad de recuperación es similar a la de muchos otros ex combatientes que participan en un programa de rehabilitación del gobierno, ubicado en una granja en el oeste de Colombia.
Pasado desgarrador
Las cifras oficiales indican que la tasa de deserción de combatientes aumentó en 40% en los primeros seis meses de este año, en comparación con el mismo período del año pasado.
El aumento coincidió con el inicio de conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno, aunque es imposible decir si hay una relación.
Algunos de los niños desmovilizados son llevados a la granja. Su ubicación exacta se mantiene en secreto para protegerlos de las facciones rebeldes que abandonaron recientemente.
En las siguientes declaraciones de éstos niños soldados en rehabilitación, se han cambiado los nombres para proteger su identidad.
Carlos, que lleva una camiseta púrpura, comenta que, cómo a la edad de 15 años, pasó hasta cinco horas en la batalla viendo a sus amigos muertos a tiros junto a él.
Juan, que ahora tiene 16 años, mostró donde fue herido de bala en la cabeza mientras estaba con las FARC. Desde la edad de 12 años, fue un comandante de la unidad, lo que significa que él y sus subordinados se encargaron de tareas de guardia.
Yolanda, una chica delicada con el pelo largo y negro, también de 16 años, describió cómo se quedó dormida mientras estaba de guardia una noche. Su castigo fue llevar rifles pesados durante la próxima patrulla.
Para ayudar a aliviar el trauma de lo que han vivido, los niños pueden pasar varios meses en la granja, hasta que hayan mostrado signos de recuperación y se encuentren viviendas adecuadas y seguras para ellos.
Cultivan verduras, alimentan a los animales y aprenden a confiar otra vez en extraños.
"Sin elección"
La psicóloga de bienestar infantil del centro de rehabilitación, Carolina Maya Rivera, dice que muchos de los niños soldados no tenían apenas opción cuando fueron reclutados.
"Tomaron las armas y los uniformes no porque quisieran, sino porque no tenían otra opción", dice.
La preguntan cuán difícil puede ser reformar aquellos que fueron entrenados para matar.
"Estos niños no son víctimas ni asesinos. Las personas no son buenas o malas. Es algo que les ha pasado", explica.
Las experiencias de muchos de los que se encuentran en la granja son tan crudas que están centrados en el día a día, a pesar de que a primera vista parece que son un grupo con determinación.
Leonardo, uno de los ex combatientes más veteranos, quien fue reclutado por las FARC a la edad de 11 años después de haber sido torturado por el ejército, explica que le gustaría dedicarse a la política.
Dice que en 20 años le gustaría ser presidente.
Corazones y mentes
Las historias de los niños pintan un cuadro de brutalidad en los 50 años de conflicto en Colombia.
El gobierno acusa a la guerrilla de continuar reclutando niños, a pesar de que en los últimos años ambos bandos han utilizado tácticas brutales.
Además de tratar de poner fin a la guerra a través del diálogo, el gobierno sigue tratando de derrotar a la guerrilla en el campo de batalla.
Las FARC han perdido muchos miembros, pero los militares consideran que dependen cada vez más de una fuerza de combate maleable y cada vez más joven.
En la provincia de Meta, se desarrolló la campaña militar corazones y mentes en pleno apogeo: una banda de música desfiló por la ciudad y se organizó un partido de fútbol para los jóvenes de la ciudad.
Se entregaron bicicletas y estéreos como premios. Soldados comunes y corrientes vestidos con camisetas y gorras de béisbol entregaron globos.
Maj Armando del Río, que dirige la campaña, dice que el objetivo es prevenir el reclutamiento de niños.
"Estas áreas rurales son los principales objetivos de los grupos armados ilegales. Es bastante irónico, pero sabemos que lo que estamos haciendo es por el bien de los niños colombianos", dijo.
Pero no todo el mundo comparte la opinión de Maj del Rio.
Jose Luis Campo, quien dirige Benposta, una organización de caridad para ex niños soldados, dice que ha visto casos en el que los niños han sido utilizados como informantes de los militares.
"Ha habido muchos casos de niños y niñas que fueron amenazados por las FARC porque se enteraron que estaban haciendo operaciones de inteligencia en la nómina del ejército o a la policía", dice Campo.
El viceministro de Defensa Jorge Bedoya niega la acusación: "No, es ilegal, está prohibido, en Colombia y por nuestro propio marco de referencia interno utilizar menores de edad en la forma en que usted ha mencionado".
El sueño al alcance
De vuelta en su casa, cerca de la capital, Bogotá, Trujillo está escribiendo un libro sobre sus experiencias. También está ayudando a rehabilitar a otros ex combatientes con la agencia de reintegración del gobierno.
Es evidente que está satisfecha con la ayuda que las autoridades le han dado para adaptarse a la vida normal, pero dice que aún queda mucho por hacer.
"Cuanta más gente se desmovilice, mayor será la necesidad de una mejor educación, de más casas y más negocios, por lo que será más fácil conseguir un trabajo", dice.
"Todo el mundo tiene que trabajar para lograr esto, no sólo el gobierno o las FARC, sino todos los colombianos".
En la pared hay un cuadro con la imagen en la que aparece con sus dos hijas jóvenes, todas ellas sonriendo.
Encapsula su sueño de una vida familiar plena, un sueño que ahora parece accesible.
La mayoría de ellos fueron reclutados por grandes grupos guerrilleros de izquierda de Colombia: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) .
Dos años antes de que la foto fuera tomada, Trujillo había dejado de ser una niña soldado con las FARC, el más grande de los grupos guerrilleros de izquierda de Colombia
Hoy, a los 27 años, es una mujer sofisticada, con una sonrisa radiante y dos hijas felices. Se encuentra muy lejos de la niña de 12 años de edad, a quien la guerrilla le lavó el cerebro y obligó a actuar de informante.
"Dieron a los niños un montón de entrenamiento en el manejo de explosivos y a mí en la recolección de inteligencia", recuerda.
"Las FARC querían contratar a niñas por esta razón, porque nadie sospecha de una niña. Una niña puede transportar dinero, armas y drogas mucho más fácil".
La joven explicó que le obligaron a realizar abortos en otras reclutas, que no estaban autorizadas a tener hijos a fin de mantenerlas enfocadas en sus tareas de guerrilla.
"Esto fue lo que más me ha traumatizado", explica.
"Las mujeres (reclutas) piensan que si se quedan embarazadas van a ser libres. Están equivocadas. No importa de cuánto estén embarazadas. Podría ser dos u ocho meses. De cualquier manera les van a hacer abortar", dijo Trujillo.
Su capacidad de recuperación es similar a la de muchos otros ex combatientes que participan en un programa de rehabilitación del gobierno, ubicado en una granja en el oeste de Colombia.
Pasado desgarrador
Las cifras oficiales indican que la tasa de deserción de combatientes aumentó en 40% en los primeros seis meses de este año, en comparación con el mismo período del año pasado.
El aumento coincidió con el inicio de conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno, aunque es imposible decir si hay una relación.
Algunos de los niños desmovilizados son llevados a la granja. Su ubicación exacta se mantiene en secreto para protegerlos de las facciones rebeldes que abandonaron recientemente.
En las siguientes declaraciones de éstos niños soldados en rehabilitación, se han cambiado los nombres para proteger su identidad.
Carlos, que lleva una camiseta púrpura, comenta que, cómo a la edad de 15 años, pasó hasta cinco horas en la batalla viendo a sus amigos muertos a tiros junto a él.
Juan, que ahora tiene 16 años, mostró donde fue herido de bala en la cabeza mientras estaba con las FARC. Desde la edad de 12 años, fue un comandante de la unidad, lo que significa que él y sus subordinados se encargaron de tareas de guardia.
Yolanda, una chica delicada con el pelo largo y negro, también de 16 años, describió cómo se quedó dormida mientras estaba de guardia una noche. Su castigo fue llevar rifles pesados durante la próxima patrulla.
Para ayudar a aliviar el trauma de lo que han vivido, los niños pueden pasar varios meses en la granja, hasta que hayan mostrado signos de recuperación y se encuentren viviendas adecuadas y seguras para ellos.
Cultivan verduras, alimentan a los animales y aprenden a confiar otra vez en extraños.
"Sin elección"
La psicóloga de bienestar infantil del centro de rehabilitación, Carolina Maya Rivera, dice que muchos de los niños soldados no tenían apenas opción cuando fueron reclutados.
"Tomaron las armas y los uniformes no porque quisieran, sino porque no tenían otra opción", dice.
La preguntan cuán difícil puede ser reformar aquellos que fueron entrenados para matar.
"Estos niños no son víctimas ni asesinos. Las personas no son buenas o malas. Es algo que les ha pasado", explica.
Las experiencias de muchos de los que se encuentran en la granja son tan crudas que están centrados en el día a día, a pesar de que a primera vista parece que son un grupo con determinación.
Leonardo, uno de los ex combatientes más veteranos, quien fue reclutado por las FARC a la edad de 11 años después de haber sido torturado por el ejército, explica que le gustaría dedicarse a la política.
Dice que en 20 años le gustaría ser presidente.
Corazones y mentes
Las historias de los niños pintan un cuadro de brutalidad en los 50 años de conflicto en Colombia.
El gobierno acusa a la guerrilla de continuar reclutando niños, a pesar de que en los últimos años ambos bandos han utilizado tácticas brutales.
Además de tratar de poner fin a la guerra a través del diálogo, el gobierno sigue tratando de derrotar a la guerrilla en el campo de batalla.
Las FARC han perdido muchos miembros, pero los militares consideran que dependen cada vez más de una fuerza de combate maleable y cada vez más joven.
En la provincia de Meta, se desarrolló la campaña militar corazones y mentes en pleno apogeo: una banda de música desfiló por la ciudad y se organizó un partido de fútbol para los jóvenes de la ciudad.
Se entregaron bicicletas y estéreos como premios. Soldados comunes y corrientes vestidos con camisetas y gorras de béisbol entregaron globos.
Maj Armando del Río, que dirige la campaña, dice que el objetivo es prevenir el reclutamiento de niños.
"Estas áreas rurales son los principales objetivos de los grupos armados ilegales. Es bastante irónico, pero sabemos que lo que estamos haciendo es por el bien de los niños colombianos", dijo.
Pero no todo el mundo comparte la opinión de Maj del Rio.
Jose Luis Campo, quien dirige Benposta, una organización de caridad para ex niños soldados, dice que ha visto casos en el que los niños han sido utilizados como informantes de los militares.
"Ha habido muchos casos de niños y niñas que fueron amenazados por las FARC porque se enteraron que estaban haciendo operaciones de inteligencia en la nómina del ejército o a la policía", dice Campo.
El viceministro de Defensa Jorge Bedoya niega la acusación: "No, es ilegal, está prohibido, en Colombia y por nuestro propio marco de referencia interno utilizar menores de edad en la forma en que usted ha mencionado".
El sueño al alcance
De vuelta en su casa, cerca de la capital, Bogotá, Trujillo está escribiendo un libro sobre sus experiencias. También está ayudando a rehabilitar a otros ex combatientes con la agencia de reintegración del gobierno.
Es evidente que está satisfecha con la ayuda que las autoridades le han dado para adaptarse a la vida normal, pero dice que aún queda mucho por hacer.
"Cuanta más gente se desmovilice, mayor será la necesidad de una mejor educación, de más casas y más negocios, por lo que será más fácil conseguir un trabajo", dice.
"Todo el mundo tiene que trabajar para lograr esto, no sólo el gobierno o las FARC, sino todos los colombianos".
En la pared hay un cuadro con la imagen en la que aparece con sus dos hijas jóvenes, todas ellas sonriendo.
Encapsula su sueño de una vida familiar plena, un sueño que ahora parece accesible.