"Arrancándose con el asesinato": La inmunidad del Servicio de Inteligencia americano en la Prosecución Delictiva

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Todo indica que el fatal accidente que terminó con la muerte del periodista Michael Hastings el 18 de junio de 2013 en Los Angeles, California, no fue un hecho fortuito. El mismo día en que falleció había contactado a Wikileaks para informar que estaba siendo víctima de una extenuante investigación del FBI. Temía que su automóvil fuera boicoteado y llegó al extremo de pedirle otro vehículo a su vecino.

Hastings había anunciado que daría a conocer una importante exclusiva sobre operaciones encubiertas que podía apuntar específicamente al actual director de la CIA, John Brennan. El 15 de agosto de 2013 un diario británico publicó que Brennan había iniciado una "cacería de brujas" de periodistas.

Aunque el FBI ha negado reiteradamente que investigó a Hastings, lo cierto es que llevaba un año rastreándolo y monitoreando sus comunicaciones.

En junio de 2012 un reportaje de Rolling Stones, escrito por Hastings, reporteó la historia del ex prisionero de guerra Bowe Bergadhl. En sus líneas describió a un soldado víctima de la desilusión por combatir otra guerra inmoral del gobierno estadounidense. A finales de junio del 2009, Bowe se apartó de su unidad en Afganistán y fue capturado en 24 horas por los talibanes. Para hacer el reportaje, Hastings conversó con los familiares del soldado en Idaho y viajó al campo de batalla afgano. Pese a que una orden impedía que soldados estadounidenses dijeran algo sobre Bergdahl, muchos miembros de su unidad confesaron escabrosos detalles al periodista.

En ese momento el caso de Bergdahl compartía muchas similitudes con el caso de Pat Tillman, un patriota que abandonó su exitosa carrera deportiva para combatir voluntariamente en Afganistán. Al poco tiempo se desilusionó de la guerra y comenzó a difundir públicamente su rechazo al conflicto. El ícono moriría más tarde por el disparo de un camarada. El gobierno de Estados Unidos procedió a encubrir y sellar el caso de la muerte de Tillman a su propia familia.

Cuando la impopularidad de las guerras de Irak y Afganistán aumentó tras el reinado de Bush, el gobierno de Obama hizo lo mejor que pudo para ocultar el trasfondo del caso Bergdahl.

Antes de investigar al prisionero de guerra, Hastings había escrito dos artículos que provocaron la abrupta y escandalosa caída del comandante estadounidense en Afganistán, general Stanley McChrystal. Un año después, el próximo comandante, general David Petraeus, abandonaría su carrera militar para encabezar la CIA.

Mientras forjaba una carrera exitosa como periodista, Hastings claramente se había convertido en una piedra en el zapato para el poder. En múltiples ocasiones confesó que cuando entrevistaba a oficiales militares ligados a los generales que aparecían en sus artículos, solía escuchar que lo matarían si el Ejército no aprobaba lo que escribía. Cuando empezó a reportear el caso de Bergdahl, los organismos de inteligencia de Estados Unidos habían tenido suficiente. Ya cuando el valiente escritor empezó a indagar a las mismas agencias que lo mantenían monitoreado, lo más probable es que se haya tomado la decisión de silenciarlo para siempre.


Guerra contra los periodistas

Semanas antes de la muerte de Hastings, Obama había declarado la guerra a cualquier periodista que se atreviera a investigar las actividades criminales del gobierno. Las computadoras y registros telefónicos de los periodistas de Associated Press fueron confiscados y un número no menor de periodistas comenzaron a ser vigilados.

El presidente Obama ha procesado por la Ley de Espionaje a más periodistas y denunciantes que en cualquier otro gobierno. El soldado Bradley Manning presenció las atrocidades de la guerra de Estados Unidos en Afganistán e Irak y por dar a conocer la evidencia de aquello a Wikileaks está cumpliendo una sentencia de 35 años en prisión. Hace poco más de un año el analista y espía de la NSA, Edward Snowden, reveló las prácticas anticonstitucionales de la Agencia de Seguridad Nacional en la recopilación invasiva de datos privados de estadounidenses, presidentes y ciudadanos en todo el mundo. Cuando Rusia le concedió asilo, el gobierno norteamericano expresó su deseo de devolverlo a su país, procesarlo por cargos de espionaje e inclusive, aplicarle una sentencia de muerte por traición a la patria.

Durante el régimen actual de Washington han sido negados más requerimientos por la Ley de Acceso a la Información que en cualquier otro gobierno.

Luego de ser elegido con la promesa de dar mayor transparencia y honestidad a su cargo, Obama ha sido el presidente menos transparente, más reservado y deshonesto de la historia estadounidense, poniendo en peligro la integridad física de los denunciantes y reporteros que dicen la verdad.

El FBI, la CIA, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) y la NSA, entre otra media docena de agencias federales bajo el velo del secretismo, son el mundo en que los gobernantes viven y operan. Pero cuando se trata de asesinar a ciudadanos inocentes cuyo crimen sólo es tener el coraje y convicción de buscar la justicia, estas mismas agencias sobrepasan su autoridad y quebrantan la legalidad.

La CIA ha estado involucrada en asesinatos y derrocamientos de líderes democráticamente electos en naciones soberanas del mundo, ha estado involucrada en promover el terrorismo en cada continente, ha detonado guerras matando a millones de inocentes, ha digitado operaciones de bandera falsa y perseguido a periodistas como el reportero del San José Mercury, Gary Webb, quien denunció el tráfico ilícito de drogas de la Agencia. Los asesinos contratados por el Estado deben ser llevados a juicio por los crímenes que han perpetrado en Estados Unidos y el mundo.


Una historia de asesinatos y torturas

Hay evidencia suficiente para implicar a la CIA en los asesinatos de John F. Kennedy, Robert F. Kennedy y Martin Luther King. En 1985 un tribunal de Miami determinó que la CIA estaba involucrada en el asesinato de JFK. En diciembre de 1999 un tribunal de Memphis descubrió que agencias del gobierno estadounidense habían perpetrado el asesinato de King.

A mayor abundamiento, sabemos que el mismo presidente Obama fue literalmente cobijado por la CIA. Como reveló el ex analista de la NSA Wayne Madsen, su madre trabajó para la CIA en Hawai, Indonesia y la India. Se casó con un hombre africano enviado a estudiar a Hawai por la CIA y más tarde se casó con otro hombre que había trabajado con la CIA en Indonesia. Los abuelos maternos que criaron a Obama en Hawai también tenían nexos con la CIA. Su abuela trabajó por décadas en un banco cuyo dinero era lavado por la CIA. Tenemos entonces a un "Candidato de Manchuria" como presidente, que ha sido preparado para convertirse en el hombre más poderoso del "mundo libre". Obama actúa como un títere y usa su rostro de color para jugar con las esperanzas de los estadounidenses y traicionar la Constitución que juró proteger.

La CIA se ha convertido en una fuerza autónoma capaz de funcionar sin el control central del mandatario o el Congreso.

Se descubrió hace poco que mintió al Comité de Inteligencia del Congreso respecto de su políticas de tortura llevadas a cabo en centros de detención secretos ubicados en Europa, Medio Oriente y Asia Central. Mucho antes los escuadrones de la muerte de la CIA habían entrenado, financiado y armado a comandos latinoamericanos que masacraron a miles de personas en Centroamérica durante la década de 1980, y que fueron calificados por Reagan como "luchadores libertarios". Las mismas tácticas de desestabilización han sido impuestas en Siria.

En un discurso efectuado el mes pasado en West Point, el presidente Obama prometió transferir el control de los aviones no tripulados (drones) desde la CIA al mando militar. El gesto se produjo luego de las fuertes críticas dirigidas a su guerra personal favorita que ha terminado con la muerte de ciudadanos estadounidenses. Ahora tendremos que averiguar quién manejará la política de drones en Pakistán, Afganistán, Irak, Irán, Yemen, Somalia, Algeria, Mali, Sudán, Nigeria, el Congo, y países de los que no sabemos.

Un puñado de valientes patriotas empleados por la CIA en todo el mundo, conscientes de las atrocidades cometidas por la Agencia, han arriesgado su vida para denunciarlas. Agentes de la Guerra Fría como Ralph McGehee, John Stockwell, Philip Agee y John Kiriakou (quien fuera arrestado por denunciar las torturas de waterboarding de la CIA) han expuesto numerosos crímenes que vulneran el derecho internacional. Como resultado, estas personas han sufrido horrendas persecusiones.

Asesinatos, golpes de Estado, terrorismo, propaganda, desinformación, tortura y banderas falsas son las armas típicas en el arsenal de la CIA. El consenso de los denunciantes es que las agencias de inteligencia de EEUU están dedicando tiempo, energía y dinero ilimitados para ocultar la verdad a expensas de los ciudadanos y eliminar cualquier forma de fiscalización de sus operaciones.


Fuente: Global Research


Nota aclaratoria:
Esta es una traducción adaptada por "Verdad Ahora" del artículo "Getting Away with Murder": Immunity of US Intelligence from Criminal Prosecution escrito por Joachim Hagopian.

Joachim Hagopian es un ex oficial del Ejército estadounidense graduado de West Point. Escribió el manuscrito  titulado Don't Let The Bastards Getcha Down que examina las relaciones internacionales de Estados Unidos y temas relativos a la seguridad nacional. Luego de retirarse del Ejército, Joachim empezó a trabajar como terapeuta en el campo de la salud mental.




LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE CRÓNICA EN ZONA LIBRE.