Mientras Estados Unidos gira militarmente hacia la región del Asia-Pacífico, los chinos marchan constantemente hacia el oeste, simplemente a través de la construcción orientada al comercio y los proyectos económicos.
Los chinos han terminado la construcción de un importante túnel que forma parte de un corredor de transporte de montaña desde Turpan a Kurla que está vinculada a Pakistán. El corredor es parte de la ampliación de la carretera de Karakoram que forma parte de un proyecto para reintegrar a la parte más occidental de la República Popular China con las áreas de Eurasia a su oeste.
Beijing ha estado creando sus propias infraestructuras de transporte y oleoductos energéticos en Eurasia, y la infraestructura que está construyendo será el motor de un renacimiento económico que se está desarrollando. Los chinos tienen ahora presencia a lo largo de la vieja Ruta de la Seda y las antiguas rutas comerciales marítimas en el Océano Índico que venden especias y metales preciosos.
China ha estado ocupada construyendo puertos de aguas profundas, almacenes francos, ferrocarriles, carreteras, túneles y centros de transporte a lo largo de estas regiones.
Pese a las presiones y los intentos estadounidenses de militarizar y controlar las rutas marítimas del Océano Índico, los chinos han estado ocupados creando de una red de infraestructuras que se extiende hasta Gwadar, cerca del Golfo Pérsico en Pakistán y Hambantota en Sri Lanka desde Chittagong en Bangladesh y Kyaukphyu en Myanmar.
Mientras Estados Unidos observa con desagrado desde los márgenes, estos proyectos chinos están tejiendo las redes de la integración euroasiática.
Las guerras secretas de Washington contra China en Xinjiang y el Tíbet
Estados Unidos ha intentado y continúa intentando debilitar a China. Los intentos de Washington de debilitar a China han incluido la explotación de las tensiones étnicas y las divisiones entre los chinos Han, que componen la mayoría de la población china, y los ciudadanos no-Han de China. Esto incluye avivar las tensiones en el Turkestán Oriental entre los Han y la población indígena uigur de habla turca y predominantemente musulmana de la región autónoma de Xinjiang.
Estados Unidos también ha impulsado continuamente las protestas y la secesión del Tíbet. A pesar de que el Dalai Lama y su gobierno en el exilio afirmaron que los disturbios fueron resultado del descontento con Beijing, equipos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la planificación estadounidense y el entrenamiento de la CIA estuvieron implicados en el desencadenamiento y la manipulación de los disturbios tibetanos que estallaron en Lhasa, en vísperas de los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008. Los Han y los Hui, un grupo étnico predominantemente musulmán compuesto esencialmente por Han que se han mezclado con los viajeros y comerciantes de la Ruta de Seda a lo largo del milenio, fueron atacados a tiros durante esta ola de disturbios anti-Beijing.
Durante la 110ª Reunión Anual de la Asociación Antropológica Americana en 2011 (que se desarrolló del 16 al 20 de noviembre en Montreal), un antropólogo llegó a admitir que para fines de investigación se les dio acceso privilegiado al programa de entrenamiento de la CIA que encendió los disturbios de 2008 en el Tíbet.
La CIA aún tiene campos de entrenamiento para las guerrillas tibetanas en suelo estadounidense, lejos de los ojos del público en las Montañas Rocosas.
A pesar de los rechazos de Washington, también existe un corpus de literatura que discute abiertamente las operaciones encubiertas de Washington en el Tíbet. El activista tibetano Jamyang Norbu escribió un capítulo en un libro publicado en 1994 y editado por el profesor de la Universidad de Columbia y especialista en el Tíbet, Robert Barnett, "Resistance and Reform in Tibet", que detalla abiertamente el papel de la CIA en el Tíbet contra el gobierno chino. "El Movimiento de Resistencia Tibetana y el papel de la CIA" es el título del capítulo específico de Norbu. Literatura más reciente incluye el libro de Kenneth Conboy y el ex agente de la CIA James Morrison que fue publicado en 2002 por la Kansas University Press, "The CIA's Secret War in Tibet". Estos autores revelan abiertamente cómo Estados Unidos ha librado una guerra encubierta contra China fomentando la secesión del Tíbet y controlando el corazón de la guerrilla tibetana que lucha contra Beijing.
La marcha hacia el Oeste
Washington ha estado presionando para generar problemas entre China y los países limítrofes de China en los Mares del Sur y Oriental de China.
Los funcionarios estadounidenses también sueñan con relanzar la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO).
La SEATO es la difunta OTAN de Asia Oriental que se suponía se iba a ampliar en paralelo a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), al igual que la OTAN y la Unión Europea se han ampliado como mano a guante sobre Europa en la parte occidental de Eurasia.
También está el segmento asiático del proyecto de escudo antimisiles global que el Pentágono está construyendo junto a las fronteras orientales densamente pobladas de China. Este es parte de una estrategia eurasiática de cerco que se dirige a China y Rusia por igual.
Esto nos lleva al llamado "Pivote Asiático" que Hillary Clinton anunció en 2011 cuando afirmó que Estados Unidos estaba girando hacia la región del Asia-Pacífico y alejándose del Medio Oriente y el Afganistán guarnecido por la OTAN.
Beijing no se compró nada de eso. China lo sabe bien. Estados Unidos no tiene intenciones de abandonar el Medio Oriente o el campo de juego militar del Pentágono en Afganistán.
En cambio los chinos continúan con su proyecto de desarrollar lentamente una red de infraestructura basada en el comercio que se mueve hacia el oeste hasta las costas del Mar Caspio y el Mediterráneo del Medio Oriente.
Foreign Policy, la revista fundada por Samuel 'Choque de Civilizaciones' Huntington, incluso da una idea de lo que es obvio en China a través de su colaboradora del Stimson Center en Asia Central, Yun Sun en 2013: "Mientras Estados Unidos gira hacia el oriente, China marcha en la otra dirección", explicó a los lectores.
El sangriento imperio del águila contra el imperio comercial chino
Estados Unidos no ha parado de torpedear a los chinos en sus pistas. La Alianza Trans-Pacífica (TPP) es otro esquema estadounidense para hacerlo. El objetivo del TPP es aislar los chinos mediante la imposición de restricciones comerciales entre Beijing y el resto de la región del Asia-Pacífico.
Beijing, sin embargo, tiene otros planes.
China sigue adelante con sus proyectos, ya que no es susceptible a las presentes operaciones de presión y desestabilización de Washington.
La sombra que el águila americana ha estado echando sobre el cielo de Eurasia está menguando y reduciéndose a medida que avanza su decadencia.
La Ruta de la Seda en Eurasia está siendo reconstruida por el dragón chino y sus amigos. Es Marco Polo a la inversa.
El dragón y sus amigos, entre ellos el oso ruso y el león iraní, tienen una idea distinta sobre la gestión de su parte del mundo. Han declarado que la gestión de Eurasia será local y no estadounidense. Esta es la base para el florecimiento de una mezcolanza alfabética de distintas organizaciones regionales que van desde la Organización de Cooperación Económica (OCE) y la Unión Euroasiática a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Esta es sólo la punta del iceberg.
La Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), que sacó a Irán del sistema bancario internacional en 2012 bajo las órdenes del Tío Sam, informó a fines de 2013 que la moneda nacional de China suplantó al euro de la Unión Europea como la segunda moneda más ampliamente utilizada a nivel global después del dólar estadounidense. El 8,66% del comercio global se lleva a cabo con el yuan chino.
Es sólo el principio. El uso del yuan se incrementará en las transacciones internacionales.
A pesar de los intentos de Estados Unidos de frenar Beijing a nivel global, la influencia de China en África y América Latina está aumentando también.
Estados Unidos dividió Sudán, atacó a la Jamairiya Árabe Libia, y creó Comando Africano de Estados Unidos (AFRICOM), mientras sus caniches franceses comenzaron a reimponerse militarmente a lo largo de África con Nicolás Sarkozy, como parte del intento de expulsar a los chinos fuera de África. Los resultados, sin embargo, han conseguido muy poco y la influencia china ha seguido creciendo en África.
En toda América Latina se habla de aumentar el comercio con China. Los chinos se están preparando para iniciar la construcción de un mega canal en Nicaragua para satisfacer también la creciente demanda del comercio de América Latina. Al mismo tiempo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) están reorientando a América Latina lejos de Estados Unidos, hacia China y sus socios euroasiáticos.
La presencia china se siente, además, tanto en el Polo Norte como en el Polo Sur. Beijing está esperando ansiosamente la apertura de una Ruta de la Seda del Ártico o algo similar y por proyectos de exploración en la Antártida.
Beijing es, además, un observador permanente en el Consejo Ártico y China ha invertido fuertemente en investigación, proyectos de desarrollo en el Ártico, y exploración de los países ribereños del Polo Norte. El objetivo final de Beijing es desarrollar una red de transporte ártico y acceder a las reservas energéticas del Ártico.
El Pentágono considera a China como la mayor amenaza para Estados Unidos. La amenaza, sin embargo, no es una de carácter militar; es económica.
El poder blando chino está flanqueando al poder duro estadounidense. A diferencia de Washington y sus amigos de Europa Occidental, el capitalismo chino no se sostiene por la fuerza militar. Mientras Washington continúa haciendo la guerra y saqueando la riqueza de las naciones vencidas, los chinos sólo siguen haciendo negocios en todo el mundo al timpo que continúan su marcha segura hacia el oeste en Eurasia hasta las orillas del Mar Caspio y el Mediterráneo. En otras palabras, China trabaja mientras Estados Unidos se encajona.
Mahdi Darius Nazemroaya es autor galardonado y analista geopolítico, autor de The Globalization of NATO (Clarity Press) y el libro de próxima aparición The War on Libya and the Re-Colonization of Africa. También ha contribuido en varios otros libros que van desde la crítica cultural a las relaciones internacionales. Es sociólogo e investigador asociado en el Centre for Research on Globalization (CRG), colaborador de la Strategic Culture Foundation (SCF) de Moscú, y miembro del Comité Científico de Geopolítica de Italia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE CRÓNICA EN ZONA LIBRE.