El fiscal argentino Alberto Nisman, a cargo de la investigación por el atentado de 1994 contra la sede de la mutualista judía AMIA en Buenos Aires, acusó esta semana a Irán de organizar redes de inteligencia en Chile y otros países de Latinoamérica con el objeto de "patrocinar y cometer actos terroristas en la región".
El ministro del Interior, Andrés Chadwick, dijo que el gobierno chileno está a la espera de los antecedentes que pueda entregar Nisman, señalando que las policías y los organismos de inteligencia "siempre están pendientes" de que "nuestro país pueda eventualmente ser utilizado por grupos u organizaciones que pretendan refugiarse o esconderse aquí".
Pese al discurso de la supuesta amenaza terrorista iraní levantado por el cientista político Guillermo Holzmann, quien alarmó al público cuando sostuvo que Al Qaeda podía organizar ataques en Chile tras la muerte de Bin Laden, poco se ha hablado sobre uno de los sospechosos más emblemáticos del atentado contra la AMIA, y quien también tiene vínculos con nuestro país: el traficante de armas sirio,Monzer Al Kassar.
Primo del mafioso empresario chileno Edgardo Bathich y antiguo socio del Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), Al Kassar esconde muchos secretos.
En la década de los noventa obtuvo la ciudadanía argentina en tiempo récord, cumpliendo con quince trámites en cuatro horas. No es menor su implicancia en el contrabando de armas a Croacia, ocurrido bajo el gobierno de Carlos Menem, según revelara el ex ministro de Economía Domingo Cavallo. Se le conoce por haber tenido un romance con Amira Yoma, cuñada de Menem y protagonista del escándalo de narcolavado conocido como "Yomagate".
Es en este contexto que Al Kassar, reconocido terrorista internacional que hoy cumple prisión en Estados Unidos, pudo escapar de la justicia argentina. En su declaración ante el juez Baltazar Garzón en 1997, el periodista Juan Salinas López apuntó al sirio como el posible "autor intelectual del atentado (contra la AMIA)", citando además sus vínculos con el empresario Alfredo Yabrán.
Éste último, fallecido en extrañas circunstancias en 1998, habría sido dueño de una de las empresas de limpieza que operó en la mutual israelita, pocas horas antes de que ésta fuera volada el 17 de julio de 1994.
Pero el juez Baltazar Garzón ya conocía a Al Kassar. En junio de 1992, el traficante de armas sirio fue detenido con su pasaporte argentino en el Aeropuerto Internacional de Barajas, en Madrid, acompañado por su primo chileno Edgardo Bathich. Garzón había dictado el arresto, implicando a Al Kassar en el secuestro del buque Achille Lauro en 1985.
Días después, el diario La Nación informaría en su portada la detención del chileno Bathich, conocido en el rubro metalmecánico de Santiago como "El rey de la chatarra". Bathich sería dejado en libertad, pero a su paso provocaría la suspicacia de algunos periodistas que investigarían sus nexos con la familia Pinochet-Hiriart. En su defensa apareció el socio de la discoteque Gente, Luis Undurraga Finlay, testigo que años más tarde sería presentado por Francisco Javier Cuadra en el caso de narcotráfico al interior del Congreso chileno, cuando el ahora candidato Pablo Longueira acusó a varios parlamentarios de consumo de drogas y tráfico de estupefacientes.
Pese al discurso de la supuesta amenaza terrorista iraní levantado por el cientista político Guillermo Holzmann, quien alarmó al público cuando sostuvo que Al Qaeda podía organizar ataques en Chile tras la muerte de Bin Laden, poco se ha hablado sobre uno de los sospechosos más emblemáticos del atentado contra la AMIA, y quien también tiene vínculos con nuestro país: el traficante de armas sirio,Monzer Al Kassar.
Primo del mafioso empresario chileno Edgardo Bathich y antiguo socio del Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), Al Kassar esconde muchos secretos.
En la década de los noventa obtuvo la ciudadanía argentina en tiempo récord, cumpliendo con quince trámites en cuatro horas. No es menor su implicancia en el contrabando de armas a Croacia, ocurrido bajo el gobierno de Carlos Menem, según revelara el ex ministro de Economía Domingo Cavallo. Se le conoce por haber tenido un romance con Amira Yoma, cuñada de Menem y protagonista del escándalo de narcolavado conocido como "Yomagate".
Es en este contexto que Al Kassar, reconocido terrorista internacional que hoy cumple prisión en Estados Unidos, pudo escapar de la justicia argentina. En su declaración ante el juez Baltazar Garzón en 1997, el periodista Juan Salinas López apuntó al sirio como el posible "autor intelectual del atentado (contra la AMIA)", citando además sus vínculos con el empresario Alfredo Yabrán.
Éste último, fallecido en extrañas circunstancias en 1998, habría sido dueño de una de las empresas de limpieza que operó en la mutual israelita, pocas horas antes de que ésta fuera volada el 17 de julio de 1994.
Pero el juez Baltazar Garzón ya conocía a Al Kassar. En junio de 1992, el traficante de armas sirio fue detenido con su pasaporte argentino en el Aeropuerto Internacional de Barajas, en Madrid, acompañado por su primo chileno Edgardo Bathich. Garzón había dictado el arresto, implicando a Al Kassar en el secuestro del buque Achille Lauro en 1985.
Días después, el diario La Nación informaría en su portada la detención del chileno Bathich, conocido en el rubro metalmecánico de Santiago como "El rey de la chatarra". Bathich sería dejado en libertad, pero a su paso provocaría la suspicacia de algunos periodistas que investigarían sus nexos con la familia Pinochet-Hiriart. En su defensa apareció el socio de la discoteque Gente, Luis Undurraga Finlay, testigo que años más tarde sería presentado por Francisco Javier Cuadra en el caso de narcotráfico al interior del Congreso chileno, cuando el ahora candidato Pablo Longueira acusó a varios parlamentarios de consumo de drogas y tráfico de estupefacientes.
Efectivamente, algo extraño había. Una investigación realizada por los periodistas Rodrigo de Castro y Juan Gasparín, titulada "La delgada línea blanca", pudo determinar la implicancia de Edgardo Bathich y Marco Antonio Pinochet en el tráfico de grandes toneladas de cocaína a través de su empresa Focus Chile Motores, en la década de los ochenta.
En agosto de 2002, la Corte Suprema falló a favor del Servicio de Impuestos Internos (SII) en el caso Focus Chile, pudiendo demostrar que la empresa simulaba vender partes y piezas de camiones a particulares que no tenían giro comercial. Uno de los condenados a la pena de 600 días de presidio fue el abogado Héctor Novoa Vásquez, hermano del senador de la UDI Jovino Novoa.
En 1993, el ex piloto de la CIA Ivan Baramdyka reveló que Bathich y el hijo del general Pinochet ingresaban droga al país a través de motores, entre otras operaciones de contrabando, con la anuencia del Ejército chileno y la Central Nacional de Informaciones (CNI). Él, como antiguo colaborador de los servicios de inteligencia estadounidenses durante las triangulaciones de Irán-Contras, los asesoraba para manejar su dinero en el extranjero.
Más de diez años después, el temido ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, alzaría la voz para atar cabos y denunciar a Pinochet por tráfico de drogas. En un escrito al juez Claudio Pavez, Contreras explicó que el encargado de distribuir los cargamentos a Estados Unidos y otros países, así como de depositar las ganancias del grupo de Bathich en cuentas secretas de Pinochet, era el terrorista sirio Monzer Al Kassar.
Hasta su arresto definitivo en un operativo encubierto de la DEA, las relaciones de Al Kassar con Chile eran más que evidentes. Su secretario personal Felipe Moreno Godoy era chileno. Según un ex oficial de la CNI citado en reserva por La Nación, Moreno había sido uno de los hombres de confianza de Bathich en Chile durante los años ochenta.
Sería de esperar que la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), encabezada por el ex fiscal de Quillota, Gonzalo Yuseff, tenga presente la importancia de investigar a Monzer Al Kassar y sus eventuales vínculos con el atentado contra la AMIA. Hacerlo, sin embargo, desentrañaría detalles sobre los oscuros negocios de armas y drogas que podrían salpicar a importantes personalidades públicas en Chile y Argentina.
En agosto de 2002, la Corte Suprema falló a favor del Servicio de Impuestos Internos (SII) en el caso Focus Chile, pudiendo demostrar que la empresa simulaba vender partes y piezas de camiones a particulares que no tenían giro comercial. Uno de los condenados a la pena de 600 días de presidio fue el abogado Héctor Novoa Vásquez, hermano del senador de la UDI Jovino Novoa.
En 1993, el ex piloto de la CIA Ivan Baramdyka reveló que Bathich y el hijo del general Pinochet ingresaban droga al país a través de motores, entre otras operaciones de contrabando, con la anuencia del Ejército chileno y la Central Nacional de Informaciones (CNI). Él, como antiguo colaborador de los servicios de inteligencia estadounidenses durante las triangulaciones de Irán-Contras, los asesoraba para manejar su dinero en el extranjero.
Más de diez años después, el temido ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, alzaría la voz para atar cabos y denunciar a Pinochet por tráfico de drogas. En un escrito al juez Claudio Pavez, Contreras explicó que el encargado de distribuir los cargamentos a Estados Unidos y otros países, así como de depositar las ganancias del grupo de Bathich en cuentas secretas de Pinochet, era el terrorista sirio Monzer Al Kassar.
Hasta su arresto definitivo en un operativo encubierto de la DEA, las relaciones de Al Kassar con Chile eran más que evidentes. Su secretario personal Felipe Moreno Godoy era chileno. Según un ex oficial de la CNI citado en reserva por La Nación, Moreno había sido uno de los hombres de confianza de Bathich en Chile durante los años ochenta.
Sería de esperar que la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), encabezada por el ex fiscal de Quillota, Gonzalo Yuseff, tenga presente la importancia de investigar a Monzer Al Kassar y sus eventuales vínculos con el atentado contra la AMIA. Hacerlo, sin embargo, desentrañaría detalles sobre los oscuros negocios de armas y drogas que podrían salpicar a importantes personalidades públicas en Chile y Argentina.